En el día de ayer, el portal Rebelión publicó una nota tomada del periódico La Jornada de México, titulada «Cuba, ideología e identidad» y firmada por José Steinsleger.

Por lo visto, el articulista es uno de esos muchos nacionales que gozan con despreciar la tradición del socialismo, desde que comenzó como un sueño de los pensadores que después serían llamados «socialistas utópicos» hasta su desarrollo como doctrina científica iniciada por Marx y Engels y abierto a las contribuciones posteriores, cuyo mayores exponentes son Lenin y Trotsky, quienes además llevaron a la práctica el primer proyecto socialista de la Historia.

Volviendo al artículo en sí, el autor expresa: «si en los países ricos (o sea, imperialistas) la exaltación de lo nacional y popular siempre ha sido igual a racismo, exclusión y discriminación, en los países pobres (o sea, saqueados y explotados) conlleva igualdad, derechos, justicia, inclusión.» En realidad, en todos los países, lo «nacional» va parejo a la sistematización del odio al diferente, que se acarrea desde siempre pues surge de la ignorancia el sentimiento discriminatorio. Lo «popular» ha sido resaltado siempre por no marxistas para engañar a la gente y obtener poder. Tenemos el ejemplo de los populismos latinoamericanos. «Popular» es un término que aspira, realmente, a la conciliación de clases, fin inalcanzable, pero que permite prolongar durante mucho tiempo las victorias del proletariado. El autor nos dice que lo nacional y popular conlleva a inclusión: lo que realmente interpreta es que los trabajadores se conformen con las migajas del Estado y que se acostumbren a que se les regale «pan y circo».

Steinsleger continúa: «El socialismo no figura en la agenda política de movimientos y gobiernos con identidad nacional y popular (lopezobradorismo en México, kirchnerismo en Argentina) ni en procesos emancipadores que lo invocan (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua): sus políticas son capitalistas.» Estoy de acuerdo, excepto en una cosa: ¿en cuánto son emancipadores los gobiernos que él así refiere? En nada.

Hacia el final el autor nos dice: «Si queremos ayudar a Cuba, evitemos aturdirla con señalamientos que, a más de ignorar las potentísimas reservas de su identidad nacional y popular, le dictan a control remoto el catecismo de la revolución proletaria mundial. “Como bien recalcaba Lenin…” ¡Por Ochún! Estos recursos verbales de autoridad ya suenan a logia de carbonarios.» Es verdad que gran parte de la izquierda marxista tiene concepciones nefastas sobre la Revolución Cubana y su Estado socialista. Pero también es verdad que no por eso se pueden dejar de señalar los errores, pues son muchas las cosas en juego y que Cuba se aleje definitivamente del «marxismo-leninismo» (como aún lo llaman allí al marxismo) y se aboque a una tendencia nacional y popular es lo que más querrían sus enemigos.


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1 comentarios:

Cherniakovski dijo...

Steinsleger escribe para esquizoides porque no puedo entender en qué benefician esas reformas de las que él habla.
Llevo un tiempo oyendo a algunos, en otras páginas de internet que, visto que el socialismo no se puede implantar de frente y a cara descubierta, lo mejor es ir con subterfugios y camufladamente para, finalmente (no sabemos cuándo, no nos lo dicen), cuando logren engañar a las potencias capitalistas, que es tanto como decir los mercados financieros, y alcanzar un grado de desarrollo y productividad superior a éstas, quitarse la careta y volver al socialismo. ¡De verdad es posible que haya gente que así piense, que el socialismo así puede llevarse a la realización y pretenda pasarse por comunista o socialista! Y yo a este tal Steinsleger le veo en esta línea.
Luego está el batiburrillo ese que se ha montado con lo de nacional y popular... ¿?
Lo dicho... para esquizoides.
Un saludo.

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